12 junio 2020.- En el año de 1940, México comenzó una etapa económica conocida como “El Milagro Económico”, la cual se caracterizó por mantener un crecimiento económico constante que dio a pie a que el país se convirtiera en una nación moderna e industrializada.
Esta etapa abarcó los gobiernos de cinco mandatarios, comenzando con Manuel Ávila Camacho (1940), seguido de Miguel Alemán Valdez (1946), luego Adolfo Ruiz Cortines (1952), Adolfo López Mateos (1958) le prosiguió, para terminar con Gustavo Díaz Ordaz (1964-1970).
La segunda guerra mundial permitió un gran aumento en las exportaciones mexicanas de materias primas y petróleo al exterior, principalmente a Estados Unidos, lo que generó la firma de varios acuerdos con este país.
Cuando el General Lázaro Cárdenas favoreció a los campesinos con el decreto de reparto agrario, el país era autosuficiente desde el punto de vista alimentario, es decir, consumía lo que producía. En 1940 con Ávila Camacho, la política económica cambió de manera abrupta ya que, con la industrialización del país, el gobierno invirtió en modernizar la agricultura mediante la compra de maquinaria y sistemas de riego, con lo que aumentó la producción agrícola y pasó a ser la suministradora de materia prima y alimentos baratos al sistema industrial.
Con la llegada de Miguel Alemán a la presidencia, se implementó la creación de nuevas industrias de capital nacional, dedicadas a producir para el mercado interno productos que generalmente México importaba. Durante todo el Milagro Mexicano, el estado era quien principalmente invertía en la economía del país. El resultado de estas políticas fue un crecimiento notable del PIB, el cual continuó aumentando hasta 1952 a una taza anual de 5.7 %, favoreciendo además la producción eléctrica, la producción manufacturera y la extracción de petróleo.
Para 1956, el modelo económico que adoptó el país entró en una etapa de crecimiento hacia adentro, cuyo objetivo era que la industria mexicana produjera todo lo que se consumía en el país, la industrialización provocó que muchos habitantes de las zonas rurales emigraran a las ciudades en busca de una mejor calidad de vida, generando un aumento en la densidad de población a lo largo y ancho del país, además del estancamiento de la agricultura y ganadería ante la falta de trabajadores.
Durante el sexenio de López Mateos (1958-1964) comenzó a aumentar la deuda del país, la corrupción política y empresarial salió a flote y cada vez era más evidente para la población. La clase media comenzaba a tener problemas económicos y la calidad de vida de los obreros y campesinos descendía cada vez más, por lo que el estado debió recurrir a créditos externos endeudando aún más al país.
Para 1970, México pasaba por una situación económica muy grave. La deuda acumulada provocó una gran crisis económica y comenzaban a aparecer movimientos guerrilleros como “La Liga Comunista 23 de septiembre”, este fue el inicio del fin del crecimiento económico y por lo tanto el fin del Milagro Mexicano.