mayo 28, 2024
Es inaudito que en el estado de emergencia que vive el país, el Presidente se dedique a analizar y clasificar notas periodísticas

Por el amor de Dios! ¡Que alguién les avise que dejen de tocar, porque el barco aún se puede salvar!

Justo la misma tragedia del Titanic le está sucediendo a la 4T, a Andrés Manuel López Obrador y a todo su gobierno. Resulta inaudito que en medio del estado de emergencia que vive nuestro país, y que pareciera haber olvidado, el Presidente de la República dedique días enteros y toda su atención a analizar y clasificar notas positivas, negativas y neutras, en la radiotelevisión y prensa escrita con respecto a su gobierno.

El Presidente durante casi tres horas de su mañanera concluye que 66% de la actividad periodística es negativa a su gobierno. Reclama, manotea, califica y después, para variar, termina victimizándose. Tristemente esa es la única prioridad de su gobierno y, a su juicio, en lo que la nación entera debe poner toda la atención y colocarlo en el centro de gravedad de la vida cotidiana de este país.

Con esta dinámica de desdén, AMLO nos deja muy claro que lo que importa no es el tema prioritario en este momento en el mundo, el COVID-19, ni las alertas que ya se prendieron por el rebrote en España y otros países de Europa, ni que debiéramos estar concentrados en atender las causas, los efectos y la forma de evitar su propagación insistiendo en los mecanismos conocidos. ¡No! Ni su estafa-rifa del avión presidencial, ni el lío del agua en Chihuahua, ni el cheque de la FGR por 2 mil millones de pesos que «rebotaron» al Instituto para Robar al Pueblo lo Recuperado y su corrupción denunciada por Jaime Cárdenas, ni la inseguridad, ni que el gobierno ya no actualice las actas de defunción, ni que llevamos más de 150 mil muertos por distintas causas, ni tantos y tantos temas que a diario nos hunden en más problemas desde que inició su sexenio.

La realidad es que lo único importante para AMLO es hablar sobre el ego de la 4T (qué es el suyo) y sus notas negativas.

En esta actitud del gobernante, lo que más nos preocupa, no es la inseguridad personal, la fragilidad emocional, la inestabilidad como persona, o el poco profesionalismo que como servidor público nos demuestra, sino su exigencia a la población de anular sus opiniones y tenerle confianza ciega, a pesar de los hechos negativos palpables, origen de las notas periodísticas que tanto le molestan.

Sin embargo, aunque sea tan evidente, la pregunta es obligada, ¿Cómo confiar o para algunos, seguir confiando, en un gobernante que en medio de la peor crisis que se ha registrado desde la Revolución Mexicana, insiste en ponerse en el centro de atención?

La confianza que ha mantenido a Andrés Manuel López Obrador con números de percepción positiva a pesar de las torpezas, tiene límites y los está rebasando. La confianza se gana todos los días, se construye, se trabaja y se demuestra, porque la que logró durante más de 18 años de lucha recorriendo la Nación con su narrativa de estar del lado de los más necesitados, y acertando al diagnóstico de hartazgo social, la ha ido perdiendo poco a poco, por lo que a cambio ha dado. Ineptitud, corrupción y decepción. Es una realidad muy dura, pero realidad al fin.

Esto significa que tarde o temprano será imposible contenerla. Porque lo que esta pretendiendo combatir es algo más grande, incluso que él mismo. ¡El derecho de la prensa! ¡Qué hable sobre lo que quiera! ¡Cuándo quiera y como quiera! Es un derecho constitucional basado en la libertad, un concepto que parecen no entender y que nuestro pueblo tuvo que vivir las constituciones de 1812, 1814, 1824, 1836, 1857 y una larga parte de la de 1917 para entenderlo. Es un derecho basado en la historia de México y está en nuestro fundamento.

Por el bien de todos, esperemos que lo entienda antes de que el clarinete y la batuta hayan naufragado por completo, porque no solamente su megalomanía y su ego lo resentirán, sino la vida de todos los mexicanos, empezando por el torpe asistente que le pone estos argumentos en la mesa

MARTHA GUTIÉRREZ
ANALISTA EN COMUNICACIÓN POLÍTICA